Fecha: Viernes noche. El momento exacto en el que el silencio es la mejor música.
Querido Diario:
Acabo de llegar de esa cena. Ya sabes cuál. Esa cena «obligatoria» con gente «encantadora» donde he tenido que asentir, sonreír en los momentos adecuados y reírme de chistes que mi cerebro había diseccionado, analizado y descartado por falta de gracia tres segundos antes de que terminaran de contarlos.
Al entrar en casa, he hecho lo de siempre: tirar las llaves, quitarme los zapatos y desabrocharme el pantalón. Pero la sensación de opresión no se va. Siento como si todavía llevara puesta una ropa interior de lana de acero. Me pica la piel. Me pica el cerebro.
La alergia al poliéster social
Es curioso. Si le digo a alguien que estoy agotado, pensarán que he corrido una maratón o que he picado piedra. Pero no. Solo he estado sentado tres horas hablando del tiempo y de hipotecas.
Lo que nadie ve es que, mientras hablaba de tipos de interés, mi cabeza estaba ejecutando un software de simulación complejo en segundo plano. Estaba suprimiendo mis ganas de corregir un dato erróneo, estaba modulando mi tono de voz para no sonar demasiado intenso y estaba controlando mis manos para no gesticular como un director de orquesta epiléptico.
Ese es el precio. Ese es el dolor invisible. He estado usando un mecanismo de afrontamiento para ocultar mi verdadero yo y ser aceptado. Y duele. Físicamente.
El obituario que nadie quiere leer
Me he mirado al espejo del pasillo mientras me quitaba la «máscara». Y de repente, me ha entrado un vértigo absurdo.
He pensado: «Si me muero mañana, en mi funeral dirán que era un tipo muy correcto, muy normal, muy adaptado». Y me han dado ganas de vomitar.
¿De verdad estoy gastando mis limitados días en este planeta, días que no van a volver, fingiendo ser alguien que no soy para agradar a gente que ni siquiera me importa tanto? El tiempo es lo que es y da para lo que da. Hoy estoy aquí y mañana puedo simplemente no estar.
¿Y voy a gastar mi último aliento preocupándome por si mi risa ha sido demasiado estruendosa o si mi comentario sobre la física cuántica ha sido «fuera de lugar»? Qué desperdicio de vida. Qué estafa.
Ese Uniforme Gris que rasca
El problema no soy yo. O al menos, no solo yo. El problema es que nos han vendido que para sobrevivir en la tribu hay que llevar uniforme.
He visualizado ese concepto del que hablaba el otro día: el masking. No es un disfraz de superhéroe guay. Es un uniforme gris, aburrido, que rasca y molesta. Es una prenda de talla única que la sociedad nos obliga a ponernos para garantizar la uniformidad.

La sociedad adora la media. Adora lo predecible. Y cualquier cosa que se salga de la campana de Gauss, cualquier cosa que brille demasiado o vaya demasiado rápido, debe ser tapada con ese manto gris. Nos dicen que es por profesionalidad o por educación. Pero en realidad es miedo a la diferencia.
Y yo, idiota de mí, me lo pongo cada mañana. Me abrocho hasta el último botón del cuello, aunque me asfixie, porque mi instinto de supervivencia me grita que si me lo quito, me echarán de la cueva.
¿Tú también te sientes un fraude?
Seguro que si pudiera leer las mentes de los demás en esa cena (ojalá no, ya tengo bastante ruido en la mía), vería que no soy el único.
¿Alguna vez te has sentido atrapado en un disfraz que no te deja ser tú mismo?. Esa sensación de que si bajaras la guardia solo un segundo, si dejaras salir al «monstruo» intenso y apasionado que llevas dentro, todos huirían despavoridos.
Es esa dualidad agotadora: por fuera, el empleado del mes; por dentro, un alienígena intentando pilotar un cuerpo humano con un manual de instrucciones traducido con Google Translate.
Mientras me comía unas sobras frías de la nevera, he entendido por qué estoy tan cansado. No es por la interacción social per se. Es por la ineficiencia.
Mi cerebro es una máquina diseñada para la eficiencia. La evolución quiere que sobreviva con el mínimo gasto. Y hacer masking es lo contrario a la eficiencia.
Es como gastar datos en el móvil viendo vídeos en 4K cuando solo estás escuchando el audio.
Estoy transmitiendo una imagen de altísima resolución, procesando cada píxel de mi comportamiento para que sea perfecto, nítido y «normal», cuando la gente a mi alrededor solo quiere escuchar el audio. Solo quieren una interacción básica.
Estoy quemando la batería de mi cerebro renderizando una película que nadie está mirando con tanta atención. Mi procesador se calienta, el ventilador suena a tope, y para qué. Para nada.

El «Modo Audio»
Así que he decidido probar algo nuevo. No puedo dejar de ser quien soy, y tampoco puedo (lamentablemente) irme a vivir a una montaña lejos de la sociedad. Necesito pertenecer al grupo para sobrevivir.
Pero puedo cambiar la configuración de salida.
A partir de mañana, voy a activar el «Modo Audio».
Cuando sienta que estoy empezando a sobre-analizar mi postura, mi tono o mis palabras para encajar, voy a recordar lo del vídeo en 4K. Y voy a bajar la resolución.
Voy a dejar de renderizar el vídeo. Voy a dejar que la imagen se vea un poco pixelada. Voy a permitirme ser un poco raro, un poco intenso, un poco yo. Voy a priorizar el contenido sobre la forma.
Si mi cerebro bayesiano se da cuenta de que no pasa nada malo por bajar la guardia, dejará de gastar energía en anticipar catástrofes sociales. Aprenderá que no merece la pena anticipar acontecimientos incontrolables.
Si el mundo quiere verme en HD, que paguen la suscripción premium (que consiste en aguantarme hablando tres horas sobre mis obsesiones). Para el resto, tendrán que conformarse con la versión estándar.
Me voy a dormir. Sin uniforme. Sin máscara. Y espero que sin soñar con la dichosa cena. Buenas noches.
📚 REFERENCIAS Y RECURSOS
- Goffman, E. (1959). The Presentation of Self in Everyday Life. Anchor. (Obra sociológica clásica que introduce la idea de la vida como una actuación teatral y el manejo de impresiones). Enlace al libro
- Pearson, A., & Rose, K. (2021). A Conceptual Analysis of Autistic Masking: Understanding the Narrative of Stigma and the Illusion of Choice. Autism in Adulthood. (Estudio académico sobre el coste psicológico y el agotamiento derivado del camuflaje social o masking). Enlace al estudio
- Friston, K. (2010). The free-energy principle: a unified brain theory?. Nature Reviews Neuroscience. (Base científica sobre la minimización de energía libre y la predicción cerebral mencionada en el contexto de eficiencia). Enlace al estudio




