Hora: 02:14 AM. (La hora de los filósofos baratos y los insomnes crónicos).
Querido diario:
Hoy he cometido el error de mirar LinkedIn. Ya sabes, esa red social donde todo el mundo está «emocionado de anunciar» que van a trabajar 80 horas semanales por un salario emocional. Vi un post de alguien presumiendo de cómo optimizó su rutina de mañana para leer tres libros antes de las 6:00 AM.
Mi primera reacción, automática, visceral, fue: Yo podría leer cuatro.
Mi segunda reacción fue cerrar el portátil con asco.
Asco hacia mí mismo, no hacia el pobre diablo del club de las 5 de la mañana. Asco por ese resorte automático en mi cerebro que asocia instantáneamente cantidad con calidad. Ese sesgo maldito que me grita que si mi procesador puede hacer más, debe hacer más.
Hoy quiero hablarte de por qué mi cerebro (y, seguramente el de algún cotilla que esté leyendo esto) es un estafador piramidal que siempre intenta vender que «más es mejor».
La Estafa de la Evolución (O por qué nos gustan las navajas suizas inútiles)
Todo empezó esta mañana en el supermercado. Estaba eligiendo pasta de dientes. Había una normal y otra que prometía: Blanqueamiento + Protección + Aliento Fresco + Reconstrucción del Esmalte + Probablemente te haga la declaración de la renta.

Obviamente, cogí la segunda. ¿Por qué? Porque mi cerebro reptiliano, ese que lleva miles de años intentando que no me coma un tigre, tiene una regla simple: Acumular recursos aumenta la probabilidad de supervivencia.
Si tienes más comida, sobrevives. Si tienes más herramientas, sobrevives. Si tienes más capacidad cognitiva… bueno, la lógica dice que deberías sobrevivir mejor.
El problema es que un cerebro de los etiquetados como de «Alta Capacidad» no solo aplica esto a la supervivencia. Lo aplica a todo. Si pensar es bueno, pensar mucho debe ser la hostia. Si sentir es humano, sentir con una intensidad que te revienta el pecho debe ser… ¿superhumano?
Es mentira. Es un glitch en la Matrix. Como dice esa voz en mi cabeza (que a veces suena sospechosamente parecida a mí, pero más sabia): «Si más siempre fuera mejor, el teletexto seguiría existiendo y la gente aún compraría móviles con antena extensible».
Piénsalo. El teletexto era «más» información en la tele. Los móviles con antena tenían «más» alcance físico. ¿Dónde están ahora? En el vertedero de la historia tecnológica. Porque eran engorrosos, feos y, sinceramente, innecesarios.
Piaget y la Lógica Rota
Deja que me ponga la bata de científico frustrado. Jean Piaget hablaba de las operaciones formales. La lógica transitiva básica dice:
- Si A implica B.
- Y B implica C.
- Entonces, A implica C.
Mi cerebro hace esta trampa constantemente:
- A (Alta Capacidad) implica B (Más procesamiento/Más datos).
- B (Más) implica C (Mejor/Éxito).
- Conclusión: Tener Alta Capacidad significa ser automáticamente mejor o más exitoso.
¡Error! ¡Falso! ¡Mec! (Sonido de bocina de concurso).
La premisa fallida es la segunda. Más NO implica mejor. He aprendido por experiencia propia, dándome golpes contra la pared, que, por lo tanto, B no siempre lleva a C.
Si «más» fuera «mejor», estaría deseando recibir más correos electrónicos y más llamadas de trabajo cada día. ¿Quiero más spam? No. ¿Es mejor tener la bandeja de entrada a reventar? Tampoco.
Tener un cerebro que procesa más información por segundo no me hace mejor persona, ni más feliz. A veces, solo me hace una persona más ansiosa que se entera antes que los demás de que la película es mala.
El Síndrome del Filete en el Restaurante Caro
Hay un dolor muy específico que siento cuando no «aprovecho» mi potencial. Es una culpa rancia, heredada de profesores que me decían «es una pena que con lo listo que eres no te esfuerces más».
Es como ir a un restaurante de lujo, pedir el filete más caro y grande de la carta, y dejarte la mitad porque no tienes hambre. Te sientes mal. Sientes que has desperdiciado dinero. Deberías haber pedido nuggets.

Yo vivo con la sensación constante de tener un filete Wagyu en el cerebro y estar comiendo nuggets. Y la sociedad me mira mal por ello. «Desaprovechar el talento», lo llaman. Como si el talento fuera un recurso natural que le debo al mundo, como el petróleo o el agua, y si no lo extraigo hasta la última gota, soy un egoísta.
Pero, ¿sabes qué? A veces el filete es demasiado pesado. A veces solo quiero puré de patatas.
El «Protocolo Horizontal»
Para combatir esta falacia de que debo estar siempre «al máximo» porque tengo «más capacidad», he desarrollado una nueva filosofía de vida. La llamo El Protocolo Horizontal.
Se basa en una verdad biológica irrefutable: el objetivo principal del cerebro no es ganar un Nobel ni ser el CEO de una startup. El objetivo principal es sobrevivir con el mínimo gasto de energía posible.
Así que, cuando alguien me viene con discursos de «piensa en grande», «rompe tus límites» o «sal de tu zona de confort», yo respondo mentalmente: «Prefiero pensar en la cama».
La evolución lo aprueba: posición horizontal, cómodo, luz apagada. Minimizando el consumo de energía al máximo.
No es vagancia. Es eficiencia biológica. Si mi cerebro ya gasta una barbaridad de glucosa procesando tonterías en segundo plano (como la estructura molecular de la pasta de dientes), tengo el derecho divino de tumbarme y no hacer nada productivo.
Tu batería se está muriendo
Miro el icono de la batería de mi portátil. 12%. Se va a apagar pronto.
Nosotros también.
La vida no te da premios por llegar a la tumba habiendo procesado más datos que el vecino. No te dan un «High Score» al final por haber sufrido más estrés o por haber tenido más ideas brillantes que nunca llevaste a cabo.
El tiempo es lo que es y da para lo que da. Obsesionarse con que «más capacidad» debe traducirse en «más producción» es la receta perfecta para una vida de ansiedad.
Si el teletexto murió, mi necesidad de ser una antena extensible también puede morir.
Hasta otro día, querido diario. Voy a apagar la luz. Y voy a practicar el noble arte evolutivo de no hacer absolutamente nada.
Mañana será otro día. O no. Probablemente igual de excesivo, pero al menos estaré descansado.
📚 REFERENCIAS Y RECURSOS
- Schwartz, B. (2004). The Paradox of Choice: Why More Is Less. Ecco. (Obra fundamental que explica por qué tener más opciones o capacidad no lleva a mayor felicidad, apoyando la tesis de «más no es mejor»). Enlace al libro
- Piaget, J. (1972). Intellectual Evolution from Adolescence to Adulthood. Human Development. (Base teórica sobre las operaciones formales y la lógica proposicional mencionada A->B->C). Enlace al estudio
- Kahneman, D. (2011). Thinking, Fast and Slow. (Referencia sobre el principio del mínimo esfuerzo cognitivo y conservación de energía). Enlace al libro




